La crisis ha llegado al corazón de la Eurozona

La tasa de interés que Italia y España han debido pagar para colocar sus títulos de deuda pública ha colocado a ambos países al borde del rescate por parte de la Eurozona, al tiempo que la desconfianza de los mercados ha llegado ya a Francia, Bélgica y Austria.
Se trata del corazón de la Eurozona.

La crisis de la deuda soberana europea ya no es, claramente, un problema de la periferia del Viejo Continente.
En realidad, no lo ha sido nunca desde su inicio en Grecia, pero ahora ya resulta innegable que Francia y Alemania están en la antesala de ingresar en el “club de los leprosos”.
Bien mirado, la fuga de capitales sufrida por Austria, constituye una seria preocupación para Alemania de cuya economía la austríaca es un apéndice.
Si algún país destacaba como refugio en Europa, además de Suiza, ese era Alemania, con una consideración de sus bonos soberanos como altamente protegidos.

Aunque lo mismo pueda decirse de Francia, la segunda economía europea después de Alemania, y de Bélgica, nación industrial y cuya capital es también la de la Unión Europea (UE), esta semana el aumento del riesgo-país de ambos países parece advertir sobre la inminencia de una crisis mayúscula en toda la región.
La sistemática caída de las Bolsas a lo largo de la semana que acaba de culminar, así como las dificultades cada vez mayores de Italia y España para colocar sus emisiones de deuda, sumado todo esto a la desconfianza rotunda, interna y externa, que despiertan los “gobiernos técnicos” de Grecia e Italia, trazan un derrotero difícilmente reversible en Europa.
En menos de una semana, el nuevo premier heleno, Lukas Papademos, ex vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), ya ha debido enfrentar una resistencia indoblegable de la derechista Nueva Democracia, el partido que falsificó las cuentas griegas ante la UE cuando gobernaba Grecia a comienzos de esta década. No sólo eso.
El rechazo de la calle a las políticas de austeridad de la coalición de socialistas, Nueva Democracia y el partido de extrema derecha Laos, parece augurar cortísima vida al “gobierno técnico” griego.
Las noticias procedentes de Atenas hablan de que Nueva Democracia propiciaría una caída del actual gobierno que integra para abrir paso a elecciones generales y a una salida de Grecia del euro, sin que ello signifique un afloje en el grado del ajuste económico.


En Italia, el nuevo primer ministro Mario Monti se ha declarado partidario de un ajuste a fondo y en contra de cualquier pedido de ayuda mayor al BCE, a través queéste adquiera los títulos públicos italianos que están en las carteras de la banca de ese país, por lo que ha pedido agotar la actual Legislatura para dar una “salida” a la crisis.

Se trata de un planteamiento que gira en el vacío ya que el carácter “técnico” de su gobierno priva a Monti de un apoyo importante de los partidos (Berlusconi, Liga Norte, centro-izquierda), aunque estos declamen que sostendrán al nuevo jefe del gobierno italiano.

La llegada de la crisis también a la periferia de la UE, es el caso de Hungría cuya moneda, el florín, se desploma, la morosidad bancaria crece, el ajuste se pone a la orden del día y se reanudan conversaciones con el FMI, muestra a las claras que en dos semanas se ha acelerado notablemente la desestabilización europea.

No hay que olvidar que España, junto con Italia, son los mayores deudores de los bancos franceses y alemanes y que, para colocar bonos de su deuda en el mercado, pagaron el jueves el 7%, el nivel de tasa al cual Portugal, Irlanda y Grecia debieron ser rescatado por el Fondo Europeo de Estabilización Financiera (FEEF).
Este fondo, cuyo monto de 440.000 millones de dólares, no ha podido ser ampliado pues Alemania se niega a hacer aportes y, debido a esto, China y países emergentes como Brasil tampoco ha querido contribuir, no está en condiciones de acudir al rescate de los dos colosos meridionales.
Un estallido social en Grecia, una posibilidad que crece por día, según las informaciones que llegan desde ese país; un rápido fracaso de Monti en Italia y/o un decepcionante programa de gobierno de Rajoy en España, son elementos que solos o combinados podrían dar la puntilla a la Eurozona.
Y no se trata solamente de la desaparición del euro y la apertura de una fase de quiebras bancarias en todos los países de la zona. En el fondo, si no se alcanza una solución rápida a este descalabro en desarrollo, lo que está en cuestión es la existencia misma de la Unión Europea.

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