Debido a la extrema volatilidad del mercado de divisas -el euro sube y baja significativamente de un mes a otro con respecto a otras divisas- se hace muy complicado invertir en él.
En la situación actual, ningún país quiere ser el último en tener una moneda fuerte. A algunos economistas, según Wall Street Journal, les preocupa que los países intenten debilitar sus monedas para obtener una ventaja sobre sus socios comerciales, desatando una ronda de devaluaciones que, en última instancia, perjudique el comercio mundial.
De hecho, la pronunciada baja del dólar y de la libra esterlina ha desatado mucha preocupación en países exportadores como Alemania y Japón. En el mes de Diciembre, los productos exportables de estas economías tuvieron una suba relativa de precios del orden del 15% en países como EEUU e Inglaterra, y en todas las naciones que tienen atadas sus monedas al dólar o la libra.
Una moneda fuerte, en todo caso, tiene sus ventajas. La baja del dólar ha traído un poco de alivio a los mercados emergentes, cuyas monedas habían recibido una paliza en los últimos meses. Eso aliviana la carga sobre empresas con deuda en moneda extranjera, algo muy común en esos países.
A fines de los años 90, algunas economías emergentes como Rusia y Brasil se vieron obligadas a devaluar. Con el tiempo, el tipo de cambio más competitivo les ayudó a recuperarse al desatar una ola de exportaciones y aprovechar una demanda mundial que se encontraba en aumento. Hoy, sin embargo, la actividad se ha desacelerado en todo el mundo, por lo que es difícil que un país repunte gracias a las exportaciones.
Para Estados Unidos, no obstante, una moneda más débil podría representar una ayuda que necesita imperiosamente: frenar un ciclo de precios decrecientes, comunmente denominado Deflación. Según algunos economistas, existe un argumento económico bastante convincente que dice que si su problema es la deflación, entonces bajar el tipo de cambio es un método efectivo de atacarlo.
¿Como seguirá esto? Hay una cosa de la que podemos estar seguros, según palabras de Simon Johnson, ex economista jefe del FMI: «El mundo no puede depreciar su moneda contra Marte y exportar al resto del sistema solar». Lo demás, todo puede suceder.
Fuente: Wall Street Journal