Las recientes medidas enfocadas a tratar de paliar en la medida de lo posible el gran efecto adverso de la subida del precio de las gasolinas, no está teniendo la respuesta que se esperaba desde el punto de vista mediático. Falta por ver, efectivamente, si su aplicación será eficaz o no, pero los pros y los contras no están aún muy claros.
Recordemos que una de las medidas estrella es la subvención de 0,20 € por litro despachado, una ayuda que podría parecer interesante, pero con la que no todo el mundo está de acuerdo.
Por qué no todo el mundo está de acuerdo con la subvención al precio de los combustibles
Tampoco aquí vamos a encontrar unanimidad. Por un lado, encontramos a aquellas personas que entienden que una subvención no es una solución estructural a un problema que va más allá del efecto de la guerra en Ucrania. Esto es un debate interesante, y no fácil de solucionar, ya que, efectivamente, antes de la guerra de Ucrania el precio de los combustibles ya se encontraba bastante disparado.
Por otro lado, tampoco las propias estaciones de servicio y los distribuidores de combustible las tienen todas consigo. Para las estaciones de servicio se trata de un modelo de gestión en el cual se debe convertir la propia empresa en un garante financiero del Estado, ya que las subvenciones van a realizarse vía ejecutiva y con efecto retroactivo. Por tanto, en un contexto complejo como el actual, serán las propias gasolineras, o al menos eso parece, las que soporten inicialmente el impacto de esta rebaja del precio del combustible.
Por otro lado, no olvidemos, que una parte fundamental de los costes del combustible tiene que ver con los impuestos. Es cierto que esto no es exacto ya que proporcionalmente la subida de precios ha tenido más que ver con el aumento del coste de los propios combustibles en el mercado, pero, aun así, los impuestos se siguen recaudando y se seguirán aplicando independientemente de la situación citada anteriormente.
Pero, incluso para los profesionales del transporte (o al menos para una parte de ellos) esta solución tampoco es adecuada. Hay que pensar que, efectivamente, el precio del combustible prácticamente ha multiplicado por dos su coste, esto significa que, aunque puede ser un alivio, la reducción no sería realmente proporcional al aumento del coste.
Si a todo lo anterior le añadimos una situación compleja de no renovación del sector, en la cual, además, desde hace años se viene mostrando una tendencia complicada en cuanto a la relación entre costes/rentabilidad del trabajador autónomo de transporte, entendemos que esta medida (junto al resto de las adoptadas) puede ser interesante, pero para muchos actores fundamentales en este sector no es en absoluto definitiva.